viernes, 11 de noviembre de 2011

Ser catequistas de nuestros hijos

Concluíamos el capítulo anterior sobre este tema con cuestiones que proponían una seria reflexión sobre:
  • el valor que le damos realmente a la catequesis y el que le debiéramos dar,
  • el papel de la parroquia: el que hasta ahora le hemos concedido y el  que debiera tener;
  • la importancia de los sacramentos: simples conjuntos de ritos u ocasión para el encuentro con Dios y de hacernos uno con Él en nuestra vida;
  • autenticidad de nuestra fe vivida en comunidad o simple apariencia de la misma;
  • ... .
En este artículo trataremos de profundizar en esto y de tomar conciencia de nuestra responsabilidad como catequistas de nuestros hijos, los llevemos o no a la parroquia, deleguemos en ella esta tarea o no, porque hay al menos dos opciones muy claras:
  1. Organizar la catequesis exclusivamente desde el hogar, dejando todo lo demás, eso sí, para vivirlo en y con la parroquia.
  2. Seguir delegando la catequesis también en la parroquia, aunque con algunos "cambios".
Tanto si se opta por una opción o la otra hay elementos comunes que no pueden faltar, no nos podemos desentender de ellos ya que, lo queramos o no, lo que realmente va a calar en nuestros hijos van a ser las "convicciones en la práctica" que demostremos en nuestra cotidianidad: la frase de "Una imagen vale más que mil palabras" es una gran verdad; por lo tanto,  delegar en la parroquia la catequesis de nuestros hijos no significaría en modo alguno que dejemos en sus manos absolutamente todo. Dichos elementos fundamentales, siempre y en cualquier caso, son:
1.- Autenticidad.
Es la primera cualidad que hemos de cuidar.
  1. Podemos ser "cristianos" porque nos bautizaron de pequeñitos y más nada.
  2. Podemos ser "bautizados" y somos cristianos "porque aunque nos bautizaran de pequeñitos hoy decimos creer en Jesucristo, Dios hecho hombre que por amor a la humanidad se encarnó, nos mostró en qué consiste vivir de acuerdo con el plan de Dios, nos mostró los valores del Reino de Dios, nos enseñó cómo es Dios mismo y tanto nos amó que dio incluso su vida por nosotros, resucitó y nos envió su Espíritu y hoy nos sentimos impulsados por Él a la conversión permanente y a darle al mundo conforme lo hizo María y lo hicieron también los apóstoles".
Si podemos decir lo 2º entonces también podemos decir que estamos  en camino de alcanzar la primera condición necesaria en esta tarea de la catequesis: ser auténticos, honestos con nosotros mismos, coherentes con nuestra fe. (Hablo desde la perspectiva cristiana pero doy por supuesto que esto mismo podría decir cualquier creyente en cualquier otra religión que valore necesario o importante comunicar a sus hijos los fundamentos de su fe; hablo también desde esta perspectiva porque es la que conozco mejor, no porque este interés no se dé en otras religiones en las que hay grandes valores también).
Si somos coherentes, o lo intentamos al menos, cada cual con su fe:
  • Trataremos de conocer nuestra propia fe, saber de sus contenidos esenciales.
  • Procuraremos vivirlos ("una fe sin obras coherentes es una fe muerta", dice el apostol Santiago) aunque a veces fallemos... tantas veces nos levantaremos.
  • Veremos en la celebración comunitaria de la fe una ocasión de compartirla con los demás y para el crecimiento personal.
  • No olvidaremas la necesaria oración, la constante comunicación con Dios que no se rige por momentos específicos sino por nuestra actitud y simple atención a su Presencia, aunque nos sirvamos de esos instantes concretos en que la realicemos en sí misma y a través de la lectura reflexiva y meditada de la Palabra de Dios.
  • Nos parecerá normal animar a nuestros hijos a vivir esa fe de esa manera: cuando uno es feliz en su interior... es imposible no demostrarlo.
2.- Formación.
"Hay que dar razón de nuestra fe",  dice San Pablo en una de sus cartas. Dar razón de nuestra fe es sobre todo dar muestras,  evidenciar en nuestros hechos y actitudes la fe que decimos profesar, pero también es tener una idea clara de cuáles son los contenidos esenciales de nuestra fe, saber razonar sobre ellos, explicarlos de forma clara y fiel a sus fuentes principales: la Biblia.
¿Conocemos ese "libro de libros" que es la Biblia?, ¿qué sabemos de su historia, cómo se formó, quiénes son sus autores materiales, sus lenguajes, su pedagogía y el Dios que se va revelando en todas sus páginas?, ¿....?. Es ella la fuente de la que mana toda la Teología que hoy conocemos, todo lo que la Iglesia afirma de sí misma y sobre todo de Dios,... ¿cómo ignorarla y no atrevernos a conocerla a fondo?.
¡Cuántas veces nos hemos quejado de "falta de formación"! y la pedimos... porque vemos que la necesitamos. Pero luego...¿qué hacemos concretamente para adquirirla?.
Hay recursos para crecer en formación (cursos organizados en las parrroquias, también desde los movimientos cristianos, comunidades de base, congregaciones religiosas,...), ¿los conocemos?, ¿nos hemos acercado -especialmente a nuestras parroquias- para solicitar esto o preguntar sencillamente por ello?.
La inmensa mayoría de los recursos existentes están ahí por demanda de la propia sociedad; si no los demandamos, si no participamos tampoco de ellos... no estarán nunca. Que existan y éstos sean de una manera o de otra dependerá de nuestra implicación al respecto.
La cuestión es:
  • No crecer sólo en edad, estatura o... "gordura", sino crecer también en la fe: no nos conformemos con la fe de nuestra infancia que aunque fue adecuada para aquellos años... necesita madurar como nosotros lo hemos ido haciendo física y mentalmente.
  • Capacitarnos, por lo tanto, para la tarea de educar a nuestros hijos también en la fe.
3.- Espíritu comunitario.
En primer lugar entre nosotros mismos: la unidad familiar; madre y padre tenemos que andar al unísono, con mismos criterios de actuación en todo, especialmente con los hijos, aunque podamos tener personalmente nuestras naturales diferencias (fuerte aburrimiento sería si fuéramos todos exactamente siempre del mismo modo de pensar y actuar).
En segundo lugar, entre nosotros y la comunidad parroquial. No sería nada coherente por nuestra parte que "optando por enviar a nuestros hijos a la catequesis parroquial" luego resulte que no acudimos a las "reuniones" de padres/madres que la parroquia organice, ni a las "celebraciones religiosas" preparadas para toda la comunidad u otros actos a los  que sea invitada la comunidad entera y en los que podríamos participar incluso como organizadores.
Está llegando el momento en que las parroquias serán gestionadas por el laicado y los laicos, por lo tanto, debemos ir tomando conciencia de esto y asumir nuestra responsabilidad; cierto que a veces podamos echar la culpa a que "es que el cura que tenemos no deja hacer nada" o "es que todo lo quiere hacer a su manera y si no se hace así no se hace",... pero ¿es siempre así?, ¿no será también que en no pocos casos es el cura el que hace todo o casi todo porque ve que no hay quien asuma lo que él emprende y tampoco recibe aportaciones, sugerencias o propuestas que puedan ser viables en la parroquia?,...
En esto hay mucho en que mejorar:
  1. Perder miedos a debatir, discutir puntos de vista, con la intención -eso sí- de llegar a un punto de entendimiento y elementos comunes de coincidencia y desde ellos organizarnos tanto en la familia como en la parroquia.
  2. Valorar, por lo tanto, las "asambleas parroquiales" en las que se organiza, revisa y evalúa la vida interna de la parroquia: participar de ellas, aportar nuestras ideas, observaciones, propuestas,...
  3. Comprender la necesidad de las reuniones formales en relación con esta catequesis, puesto que son un medio para ayudarnos en nuestra tarea de educadores cristianos, hermanos mayores en la fe de nuestros hijos, dejando de tomarlas como una obligación más y aprovecharlas como un recurso para nuestro beneficio y el de nuestros hijos.
  4. Implicarnos en las actividades y grupos parroquiales no sólo como sujetos pasivos sino también activos: ¿por qué no atrevernos a organizar y desarrollar alguna actividad en ella que pueda beneficiar a la comunidad entera y sirva de cauce para desarrollar, de paso, nuestras cualidades y aptitudes?.
  5. Fomentar esta participación en las parroquias desde los obispados y más concretamente cada párroco la incentive constantemente de manera que la comunidad vaya creciendo en sentido de la corresponsabilidad y madurez comunitaria.
CONCLUSIONES:
La opción fundamental, pues, no pasa por formalizar la catequesis exclusivamente en la parroquia o sólo en la familia para que pueda llamarse "catequesis familiar" sino valorar y adoptar, al menos, los elementos fundamentales aquí señalados:
  • Autenticidad.
  • Formación.
  • Espíritu comunitario.
Si cuidamos en cada familia estos tres elementos y los trabajamos dentro de nuestras posibilidades esta catequesis familiar que hay que impulsar, empezando desde nosotros mismos, será efectiva y provechosa para nuestros hijos,  tanto si finalmente siguen yendo a la parroquia para realizar las sesiones específicas de esa catequesis como si ello se lleva a cabo exclusivamente en el hogar.
"El que hace lo de siempre... obtiene lo mismo de siempre; quien se atreve a innovar y crear caminos nuevos podrá obtener resultados nuevos".

Presento, a continuación, algunos enlaces-web que pueden ser de interés para ampliar, complementar u obtener otros planteamientos que enriquezcan esta reflexión:

7 comentarios:

  1. Entiendo, después de haber leído los otros dos capítulos que hablan de la "catequesis familiar" que "en la familia hemos estado delegando la catequesis exclusivamente a las parroquias y noostros nos hemos desentendido de esto.
    Creo que es verdad pero también es cierto que no hemos recibido una educación que nos haya llevado a lo que usted plantea en estos artículos.
    Me parece también entender que "no se trata ahora de que dejemos de llevar a los niños a la parroquia" sino que "asumamos que tanto si lo hacemos como si no... nos preocupemos más de formarnos, de ser catequistas también nosotros tanto desde casa, cada día, como si nos animamos a serlo también en la parroquia" que es lo que yo apuntaría: si los padres nos apuntáramos a esa tarea en la parroquia al menos durante el tiempo que nuestros hijos van a catequesis.
    El problema se plantea cuando "no sabemos exactamente qué hacer o cómo", y si por unos pocos años que están los niños en catequesis vale la pena este esfuerzo. Creo que ésa es la razón por la que optamos siempre enviar a los niños a la parroquia para que reciban esa catequesis y no la asumamos nosotros conforme me parece entender.
    Atentamente, Isa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi hijo dio su primera comunión con este programa, que por cierto es maravilloso, mi entorno familiar mejoro enormemente, los graves conflictos en el cual nos encontrábamos, catequesis familiar los mejoro, doy gracias a Dios por este programa, hoy por hoy, en agradecimiento mi esposo y yo, damos labor como pareja guía en nuestra parroquia. Muchas bendiciones.

      Eliminar
    2. Celebro que les haya servido este conjunto de artículos que versan sobre la catequesis familiar. Si en algo más consideran que se puede ayudar sobre este tema desde este blog... no duden en hacerlo saber y en la medida en que nos sea posible daremos respuesta.
      Gracias por su comentario.

      Eliminar
  2. Entendió usted muy bien, Isa, los artículos pero quiero matizarle algo:
    Dice usted no saber si vale la pena realizar elesfuerzo por "ser catequistas de nuestros hijos" cuando son tan pocos años los que ellos van a estar en catequesis.
    Sospecho que quizás debiera haber insistido en esa idea que subyace bajo su duda y voy a tratar de puntualizarlo para ayudar a resolverla:
    "Si entendemos la catequesis como un tiempo cerrado que tiene una fecha de inicio y otra de final y, además, muy corto... entiendo perfectamente que dude de "si realizar este esfuerzo o no". Pero si entendemos que "la catequesis de nuestros hijos se inicia a partir del instante en que nos comunicamos con ellos y tratamos de educarles en la fe... deduciremos fácilmente que "ese proceso se prolonga durante toda nuestra vida".
    Por lo tanto, ¿nos conviene alcanzar la formación necesaria, crecer en autenticidad y consciencia de que somos COMUNIDAD con todas sus implicaciones?... pues sí, SIEMPRE. Siempre es rentable, siempre es necesario y nuestros hijos lo merecen y necesitan.
    La catequesis no es un compartimento estanco en nuestras vidas y si acaso lo es... debería dejar de serlo definitivamente.
    Es interesante la idea de que los padres y madres incluso nos animemos a ser catequistas en nuestras respectivas parroquias, es una manera de crecer en corresponsabilidad y una manera más de motivarnos para alcanzar esa formación que decimos necesitar.
    Comparto también con usted en que muchas veces "no sabemos exactamente qué hacer ni como"; nos pasa en todos los órdenes de la educación de nuestros hijos y en esto... no puede ser menos; de todos modos, creo que en esto podemos hallar respuestas muy valiosas en los demás miembros de la Comunidad parroquial, especialmente los catequistas: ellos pueden ayudarnos mucho en esto.
    Saludos cordiales y gracias por su comentario.

    ResponderEliminar
  3. Reconozco que soy de esas personas que "sí piensan que la catequesis es para tomar la 1ª Comunión" y "al cabo de unos años volver para la Confirmación y así poderse casar por la Iglesia".
    Con esto que usted dice y lo que también he venido oyendo en la parroquia a la que pretenecemos voy comprendiendo que eso no es así, no debe ser así; debe ser como ustedes están planteando.
    Pero insisto en las dificultades que tenemos: apenas hay tiempo para nada hoy día, hay miles y miles de cosas cada día a las que atender y... al final la calidad de nuestra relación con nuestros hijos... se resiente; y si en la parroquia hay quien se ocupe de ofrecer este servicio... yo prefiero acogerme a él. Vale mucho más eso que lo que en casa podamos hacer, lo digo con toda sinceridad.
    Isa

    ResponderEliminar
  4. Entiendo los planteamientos de Santi Catalán porque eso es lo que todos debiéramos tener muy claro, pero creo que lo que Isa expone es ni más ni menos lo que nos pasa a todos, o por lo menos a muchos.
    Coincido con ella en que hasta ahora ha habido una inercia de considerar la catequesis tal como ella lo describe y es muy difícil cambiar en eso la forma de pensar y actuar.
    Por otra parte, ¿qué recursos hay en la red, desde su punto de vista, que le parezcan adecuados para que vayamos haciendo algo desde casa?.
    Le agradecería esta ayuda si le es posible.
    Gracias por estas reflexiones que publica en este blog.

    ResponderEliminar
  5. A Isa:
    Somos hijos de nuestro tiempo y circunstancias mil. Se puede entender, por lo tanto, que nos cuesten unas cosas más que otras pero valoro su actitud positiva de reconocer las cosas como son: ese pasado tiene su peso y, además, es verdad que la calidad de relación con nuestros hijos podría ser mejor si "no hubiera tantas COSAS de por medio". Eso es lo que a mi juicio hace que su conclusión tenga toda lógica y sensatez: es preferible delegar en la parroquia la tarea de la catequesis antes que dejar esa tarea en el vacío.
    Mi única cuestión al respecto es: "¿No podríamos aprovechar esto para motivarnos a mejorar nosotros como "educadores en la fe?"; con mayor razón debemos por lo tanto tomarnos esto muy en serio.
    Usted plantea además una cuestión de fondo esencial: "Las prioridades", miremos cada cual cuáles son nuestras prioridades y concedamos después los mejores momentos a quienes sean para nosotros los más importantes y vayamos descendiendo en la escala según esos criterios de valor.
    A Anónimo:
    Recursos en la red hay muchos; es cuestión de indagar en esas webs y blogs que nos los presentan; sólo es cuestión después de ordenarlos, adecuarlos a nuestros hijos,... Sea como fuere, he de decirle que en ello estamos: dentro de unos días espero poder colgar aquí mismo un artículo en el que ofrecer un buen abanico de esos recursos, tanto didácticos como de contenido.
    Gracias por sus comentarios.

    ResponderEliminar