jueves, 13 de abril de 2017

Cumplir años con buena salud

Desde que asomamos la cabeza al mundo por primera vez, cada año que pasa, cada vela que soplamos, es un año más que hemos vivido. Un año más que nuestro cuerpo nos ha acompañado en esta aventura que es vivir.
Es imperceptible en el día a día, pero es real. Un buen día descubrimos que nos cansamos más al subir las escaleras y ni recordamos la última vez que hicimos una voltereta. Sentimos el abdomen más distendido, menos fuerza, y hemos ganado peso sin darnos apenas cuenta. Nuestra piel es menos tersa, hay arrugas alrededor de nuestros ojos y nos notamos menos agudos mentalmente. Y si miramos una foto de unos años atrás, nos encontramos mayores.
Estamos envejeciendo, eso es lo que pasa.
Es un proceso lento pero inexorable, tan natural como que se ponga el sol cada atardecer y vuelva a salir al amanecer. Tanto como nacer y morir, sencillamente porque es parte de la condición humana.

¿Qué ocurre al envejecer?.

No todas las personas envejecen igual, pero hay rasgos generales asociados al envejecimiento, como es la pérdida progresiva de la capacidad visual y auditiva, la pérdida de fuerza y elasticidad muscular, alteraciones en el sueño, degeneración ósea, hipertensión, demencias seniles, alteraciones en la próstata en los hombres, menopausia en las mujeres…
Y es que el paso del tiempo -el envejecimiento- trae consigo cambios en el organismo que se reflejan en el deterioro progresivo de nuestros órganos.

¿Pero por qué envejecemos?.

Desde tiempos inmemoriales los investigadores se han propuesto desentrañar qué es lo que ocurre en nuestro organismo con el paso del tiempo. ¿Se estropean nuestros órganos, como las piezas de un coche?, ¿depende de nuestra genética y poco podemos hacer al respecto?, ¿o, por el contrario, podemos imponernos a ésta?.
El envejecimiento es un proceso complejo, y aún no se conoce en todo su alcance.
Una de las teorías para explicarlo, aún vigente, es la que lo relaciona con los radicales libres (los átomos que tienen un electrón suelto), que provocan cambios y daños celulares, acelerando el envejecimiento.
Pero los radicales libres no lo explican todo. Y es que con el paso del tiempo el organismo va perdiendo su capacidad de autorregenerarse, y también va disminuyendo la capacidad de las células de ir eliminando sus residuos. Las glándulas, por su parte, segregan menos hormonas (especialmente las sexuales), cuyo papel en el funcionamiento del organismo es esencial.
También está fuera de toda duda que la glicación (reacción química del organismo a los azúcares) y la inflamación (respuesta de nuestro sistema inmunológico a una infección o irritación) también nos envejecen.
La última teoría se centra en el papel de los telómeros, unas secuencias que se encuentran en cada rama de la X de los cromosomas, que protegen su información genética, y que a medida que pasan los años son cada vez más cortos.
Por supuesto, hay además factores externos que juegan un papel decisivo en el proceso de envejecimiento (ejercicio, tabaco, dieta…). Más adelante verá hasta qué punto realmente es clave su papel.
Envejecer es precisamente un fenómeno que nos diferencia de los demás seres vivos. Todas las demás especies animales van creciendo con el objetivo de permitir a los individuos reproducirse y cuidar a la prole. Cumplida esa misión, no viven mucho más. El hombre, por el contrario, vive mucho más allá de ese momento, cuando desde un punto de vista de perpetuación de la especie su presencia en este mundo no tiene ya sentido.
Y aquí nos encontramos. Ya no somos los jóvenes que éramos, pero queremos que esta nueva etapa en nuestra vida sea algo más que un lento declive plagado de achaques y enfermedades hasta el suspiro final.
A las personas mayores les preocupa envejecer. Hace cinco años se realizó en nuestro país una gran encuesta entre personas de más de 65 años. Una de las preguntas que se les planteaban era ésta: “¿En qué medida le preocupa su propia vejez?” Pues bien, el 71,1 % de los encuestados vivían esa etapa de su vida con preocupación.
Y lo que les preocupaba -que era la siguiente pregunta de la encuesta- no era mayormente el dinero o la incertidumbre económica (algo que apuntaba el 10,6% de la gente), ni la tristeza de ir perdiendo amigos o familiares (16,1%), sino la salud (86,6% de las respuestas).
Si nos va a preocupar la salud cuando alcancemos cierta edad (o si ya la hemos alcanzado), ¿no deberíamos tomar un papel más activo y positivo hacia ella?.

Envejecer mejor.

Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el arte dificilísimo de la vida, dijo el fílósofo suizo Henri-Frédéric Amiel, una declaración en la que pese a su poso de tristeza (y es que su autor estuvo muy influido por la doctrina filosófica pesimista), sobresale una idea interesante: saber envejecer es la obra maestra de la vida.
Porque el viento sopla a favor cuando nuestro cuerpo es joven, pletórico de fuerza y energía, y es al ir pasando los años, con sus capacidades menguando, cuando la felicidad y el bienestar con el que vivamos esta nueva etapa dependerá en gran parte de nosotros mismos. Ir envejeciendo bien será nuestra “obra maestra”.
Ciertamente los años nos hacen más proclives a ciertas dolencias, enfermedades o alteraciones, pero envejecer no significa quedarse viendo pasar los años mientras nos atiborramos a medicamentos “para personas mayores”, plagados de efectos secundarios. Porque debe saber algo muy importante: muchas enfermedades asociadas a la edad son en gran medida enfermedades del estilo de vida.
Así que mejorando nuestro estilo de vida y alimentándonos de la forma adecuada (lo que incluye tomar suplementos cuando sea necesario) se puede prevenir y retrasar el avance de enfermedades que la medicina convencional considera inevitablemente unidas a la edad.
Por ejemplo:
  1. La medicina convencional se ve completamente impotente frente al alzheimer, una enfermedad que se considera inevitable e incurable y que tiene sumidas en el olvido a casi un millón de personas en nuestro país. La realidad es ésta: prevenir la enfermedad es a día de hoy la única estrategia que funciona. ¿Y cómo hacerlo?. Con la dieta adecuada (pobre en pan, pasta, fructosa y dulces, entre otros alimentos vetados, y rica en verdura, frutas y grasas buenas) y con ayuda de los suplementos alimenticios que actúan directamente sobre nuestras células cerebrales.
  2. Las cataratas y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) son dos enfermedades de la vista ligadas al paso de los años. Mientras que las cataratas se pueden corregir con una sencilla operación de cirugía (¿sabía que es la cirugía más practicada en nuestro país y con mayor lista de espera?), la DMAE es la principal causa de ceguera en las personas mayores de 55 años. Una dieta rica en antioxidantes, en pescados grasos y con suficiente aporte de vitaminas del grupo B (entre otras cosas) puede obrar el “milagro” en estas enfermedades.
  3. La osteoporosis es una enfermedad, de graves consecuencias, que se ha convertido en un pretexto para un negocio boyante: el de la industria alimentaria (que se sirve de ella para vender sus productos lácteos) y el de la industria farmacéutica, que vende millones de cajas de medicamentos que se supone que refuerzan los huesos y que en realidad a largo plazo a veces son la causa…. ¡de fracturas óseas! ¿Hay que tirar la toalla y resignarse a que los huesos se nos vayan quedando como la piedra pómez (porosos y frágiles)? ¡En absoluto!. Éste es el mensaje: la osteoporosis se previene -e incluso se trata si ya se sufre- sin inútiles sobredosis de lácteos ni medicamentos.
  4. El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más extendida en el mundo tras el alzheimer, y afecta sobre todo a partir de los 55 años, con un pico de frecuencia hacia los 70. Se dedican importantes esfuerzos a la investigación del párkinson, pero la medicina convencional sigue en un punto de gran incertidumbre: aún no se sabe su causa, no existen pruebas diagnósticas claras y sólo hay tratamiento para los síntomas. El párkinson es uno de los casos más claros en los que vale la pena profundizar en otros enfoques… porque los hay y funcionan.
  5. Con el paso de los años, las arterias se van deteriorando, volviéndose más gruesas y rígidas y causando así la terrible arterioesclerosis. En consecuencia, se reduce el espacio por el que circula la sangre, lo que genera problemas cardiovasculares como angina de pecho, infarto, etc. El gran problema es que a la arterioesclerosis sólo se le suele prestar atención cuando ya ha causado la enfermedad cardiovascular, pero la buena noticia es que mediante la alimentación y otras pautas es posible evitarla y salvar la salud de sus arterias.
  6. A los 20 años el porcentaje de hipertensos es muy bajo, pero después aumenta de forma uniforme hasta afectar al 40% de las personas de 65 años y al 90% de las de 85. A la hipertensión se la conoce como “el enemigo silencioso”, pues sus peligros sus muchos y a veces no tan obvios: infarto de miocardio, accidente cerebro vascular (ACV), insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal, ceguera… Los medicamentos contra la hipertensión parecen la solución (una pastillita al día parece poca cosa y uno se olvida de que tiene la tensión alta), pero no la “curan”, sino que la mantienen dentro de unos límites de forma artificial a costa de alterar el metabolismo de su organismo. ¿Por qué hacerlo sin haber intentado antes un plan de acción natural?. Y es que en algunos casos es posible volver la tensión a sus valores normales sin pastillas.
  7. Si es usted hombre y tiene 50 años o más, tiene muchas probabilidades de sufrir molestias por tener la próstata algo más grande de lo normal. Y si aún no las sufre, probablemente lo hará, pues la mitad de los hombres de hasta 60 años tiene una próstata demasiado grande, un porcentaje que llega al 90 % en el caso de los mayores de 80. ¿Tiene solución? Como siempre, la medicina ha preparado un batallón de medicamentos que a primera vista parecen eficaces, pues actúan sobre los síntomas, pero todos tienen efectos indeseados, algunos de ellos muy serios. Por eso debe saber que existen remedios naturales inocuos y eficaces que ayudan a limitar el crecimiento de la próstata y sus molestias (¡capaces de conseguir que deje de levantarse por las noches para ir al baño!).
  8. Y si es usted mujer y ronda esa edad, a lo que debe enfrentarse es a la menopausia. Obviamente no es una enfermedad, pero el que su organismo deje de segregar estrógenos y progesterona tiene consecuencias en su calidad de vida: sofocos, cambios de humor, insomnio, cambios en su figura… Una vez más, los médicos prescriben tratamientos con hormonas (peligrosísimos para la salud salvo que se trate de una fórmula bioidéntica, se utilicen en dosis moderadas y sus componentes estén equilibrados, entre otras precauciones). Aún así, hay soluciones naturales a su alcance para hacer frente de forma natural a cada molestia que pueda presentarse.
Alzheimer, cataratas y degeneración macular asociada a la edad (DMAE), osteoporosis, párkinson, arterioesclerosis, hipertensión, problemas de próstata, molestias ligadas a la inevitable menopausia… Un repaso a las enfermedades y dolencias anteriores me permite volver a la pregunta con la que empecé este texto: ¿Cómo ir cumpliendo años con buena salud?.
Porque hacernos mayores no tiene por qué ser sinónimo de enfermedad, dependencia física y mental, soledad ni demencia. El reto al que nos enfrentamos es envejecer de forma saludable: envejecer mejor.
Los que nos preocupamos activamente por nuestra salud tenemos mucho a nuestro favor para ir haciéndonos mayores de forma saludable.
Proporcionar a nuestro organismo justo lo que necesita a cada edad y ante cada nuevo desafío que ésta nos plantea nos ayudará a cumplir años con unos huesos fuertes, buena vista, sin enfermedades neurodegenerativas y lejos del riesgo de las enfermedades que lleva aparejada la hipertensión.

Juan M. Depuis.
Web: http://www.saludnutricionbienestar.com/?busca=cumplir+a%C3%B1os+con+buena+salud

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