lunes, 16 de octubre de 2017

¿Qué pasa con las tareas?

"Soy madre de dos hijas en la escuela pública y este mes no secundaré la huelga de los deberes.
Vengo de una generación en la que los deberes eran cosa de los niños, no de los padres.
Mis padres estaban ahí si quería repasar con ellos, pero si tenía dudas la respuesta era: "se las preguntas mañana al profesor". Jamás de los jamases levantaron un teléfono para preguntar a otros padres qué deberes tenía. Ni siquiera nos planteábamos esa posibilidad.
Crecí aprendiendo que si me olvidaba el libro era mi problema, así que más me valía traer todo a casa y apuntar bien las tareas.
Hoy en día, como trabajadora autónoma, agradezco que desde pequeña se me inculcara la autonomía, la organización y la responsabilidad, porque me sirven diariamente en mi trabajo.
Sobre todo, crecí respetando a los profesores. Ya en la edad adulta descubrí que mis padres no siempre estaban de acuerdo con las decisiones que se tomaban en mi colegio, pero durante la infancia eso nunca se discutió delante de mi. Al profesor había que escucharle y obedecerle, punto. Pertenecía a una línea, la de los mayores, que viajaba bien unida en nuestras cabezas. No había bandos: padres y profesores, profesores y padres: teníamos que respetar a ambos por igual.
Hoy en día el respeto ya no va de moda. Van de moda en cambio el conflicto y la polémica. Aceleramos en seguida pero lo hacemos saltando el que siempre ha de ser el primer paso: el diálogo.
Si considero que mis hijas tienen demasiado deberes pediré una tutoría. O dos, o tres. Intentaré entender, junto con el profesor (ésa es la clave), qué está fallando en la hora de clase. Por qué no se consigue avanzar en las horas del cole o por qué es necesaria esa carga semanal.
Hablaré con el profesor. Formaré equipo. Porque para mi, lo más importante, es que en la cabeza de mis hijas no haya bandos. Que se sientan protegidas y arropadas por una red de adultos que trabajan juntos en su educación.
Que con 8, 9 o 10 años no tenga que decidir si "obedezco a mamá o al profesor". Esa carga emocional me parece que a la larga pesará mucho más que cualquier carga de deberes.
Los profesores de la pública son malabaristas. Tienen temarios absurdos y larguísimos a los que están obligados a ceñirse y una media de 25 alumnos por clase en situaciones, a menudo, alucinantes: alumnos que no hablan el castellano necesario para entender ese temario o que se duermen en el aula porque no han comido nada decente desde el día anterior ya que sólo comen caliente en el comedor escolar (sí, esto está sucediendo en España).
En esta sociedad, llena de postureos, gran hermanos y demás horrores, prefiero que los modelos de mis hijas sean sus profesores. Trabajadores de verdad, personas que han llegado a enseñar en las aulas tras años de estudio y oposiciones. Sin pelotazos, con esfuerzo.
Así que personalmente, este mes, estaré como siempre a disposición de los profesores de mis hijas. Con deberes o sin deberes. Ellos saben mucho mejor que yo lo que necesitan mis hijas para progresar, y yo les estoy más que agradecida por ello".

Nuestra reflexión.

Ya nos hemos manifestado en alguna ocasión sobre el tema de las "tareas para casa" o "deberes" y hemos hallado argumentos de todo tipo, todos ellos con fundamento, tanto a favor como en contra de estas "tareas o deberes para casa".
Tanto si los hay como si no los hay... podemos encontrar ventajas e inconvenientes y no vamos a pronunciarnos a favor ni en contra de nadie porque consideramos que la cuestión no está ahí sino en preguntarnos:
"¿Qué necesitan nuestros hijos para desarrollarse mejor?, ¿qué medios son realmente los más adecuados para facilitar ese desarrollo armónico?".

Con todo seguridad hallaremos la conclusión a la que llega la persona que escribió la carta que abría este artículo y que ya es viral en las redes sociales: "Lo mejor es llegar a un buen entendimiento con el profesorado, coordinarnos, escucharnos mutuamente y apoyarnos todo lo que podamos unos a otros para el bien de nuestros hijos". (No lo dice así textualmente, pero eso se deduce clarísimamente de toda su carta y sobre todo de los últimos párrafos).

Paradojas.

Podríamos citar a camionadas pero basten algunas pocas:
  1. Montamos un follón porque nuestros hijos traen muchos deberes a casa y decimos que eso les impide tener tiempo para ser niños y disfrutar de su infancia y de la necesaria relación padres-hijos. Pero al mismo tiempo les apuntamos en actividades extraescolares que encima no las eligen ellos sino que se las imponemos nosotros y ocupan tanto o más tiempo que esos deberes.
  2. Hemos sufrido en este país infinidad de cambios en relación con las Leyes de Educación y también en según qué comunidades autónomas esos cambios han sido año tras año y con la sensación de no saber siquiera lo que se quiere conseguir. Se ha utilizado la escuela como simple campo de "experimentación" como si el alumnado y su profesorado fuesen simple ganado, animales de experimento, imponiendo normas y burocracias sin cuento que han perjudicado mucho más que beneficiado la armonía que debe haber en todo ámbito educativo y han conducido al país a la cola de Europa en lo educativo-docente en menos de 12 años. Pero ante esto... no hemos dicho ni mu (y seguimos callados, dejando que el rodillo siga rodando, parece que eso... no importa).
  3. Decimos no tener dinero ni para comprar un simple cuaderno de trabajo (mucho menos para que tengan su libro de texto) pero ¡que no le falte a nuestro hijito el móvil último modelo, cueste el dineral que cueste!, ¡¡y que no se lo quiten los maestros en la escuela, porque si lo hacen... se van a enterar!!.
  4. ...
Hay caminos de encuentro, hay soluciones.

Sin negar las razones personales y familiares para tomar tal o cual respuesta ante lo que vivimos en cada ámbito (cada cual conoce mejor que nadie sus circunstancias) sí es obvio que nos conviene tomar en consideración lo siguiente:
  1. Las maestras y maestros no son nuestros enemigos; están en la escuela precisamente para ayudarnos, para complementar el trabajo educativo, apoyar y reforzar criterios que harán de nuestros hijos personas con recursos personales bien cimentados.
  2. Necesitamos crecer en COMUNICACIÓN y DIÁLOGO unos con otros. Sólo a través de este diálogo constante lograremos entendernos, trabajar cada vez más unidos y en consecuencia lograremos mejorar mucho más la labor educativo-formativa de nuestros hijos.
  3. La clave del éxito en la enseñanza no está en las leyes ni en las burocracias que se están imponiendo a los maestros/as desde los despachos que están bien lejos de la escuela, tampoco en las tareas para casa sí o no, sino en una mayor y mejor RELACIÓN familia-escuela y profesorado/alumnado.
  4. Si tenemos dudas acerca de las famosas "tareas para casa" nada mejor que hablar directamente con el profesorado que las manda (no pocas veces esas "tareas para casa" no son algo añadido sino cosas que se debieran haber hecho en el aula y por dejadez o falta de interés de nuestros hijos se han quedado sin hacer y, obviamente, han de realizarse antes o después, pero no pueden quedarse sin concluir).
  5. Si esas tareas responden a otras razones y consideramos que son excesivas... hablémoslo también y lleguemos a un entendimiento, un acuerdo que nos lleve a trabajar unidos, bien coordinados familia y escuela.
PARA AMPLIAR Y CONTRASTAR:
  • ¿Cuál es nuestra experiencia acerca de las "tareas para casa" cuando fuimos estudiantes?; ¿qué elementos a favor y en contra hallamos a aquello que nos mandaban hacer fuera del horario escolar?.
  • ¿Qué pensamos ahora que somos padres y vemos las tareas que traen nuestros hijos a casa?.
  • ¿A qué creemos que se debe esta dinámica de traer tareas para casa?. ¿Cómo podríamos disminuir esa carga caso de que consideremos que es excesiva?.
  • ¿Qué pensamos de las "paradojas" que presentamos en este artículo?: ¿Y de los "caminos de encuentro, soluciones"?.
  • ¿Qué otras ideas se nos ocurren para afrontar este conflicto y llegar a tal entendimiento familia-escuela que beneficie a todas las partes y sobre todo a nuestros hijos?.

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