martes, 5 de julio de 2016

El agobio de los regalos

Me decía un vecino hace unos días cuando fui a felicitarle por su cumpleaños y preguntarle por cómo lo vivió (llegué tarde a darle mi enhorabuena):
- "Tengo sentimientos encontrados porque... bien, tú ya sabes ¿a quién le amarga un dulce?. Me regalaron una camisa, un polo y dos bañadores (aparte de otras cosas). ¡Tengo el armario ropero a reventar!; podría cambiarme de ropa todos los días durante un mes y no repetiría atuendo".
- "Algo exagerado sí eres amigo".
- "¿Tú crees?...".

...
Y empezó a contar y describir todo su vestuario para concluir diciendo:
- "Y me regalan algo que ya tenía archirrepetido ¿para qué?".
Su mujer intervino con tono de reproche diciendo:
- "Para nada, porque siempre llevas la misma ropa; te la cambias, sí, pero siempre acabas usando lo mismo".
- "Porque es que sólo necesito eso. Mi mujer no lo entiende y mira que hemos peleado veces por esto".
- "¡Y tanto que hemos peleado!" -repuso su mujer-.
...
La conclusión de este amigo era que "darle un regalo a alguien es una manera de hacer especial un momento, es una forma de expresar un reconocimiento, sentimientos,... pero ¿qué sentido tiene hacerlo consistir casi únicamente en cosas que hay que comprar?, y menos si son cosas que ni siquiera son necesarias".

Los cumples de nuestros hijos.

¿Qué pasa cuando los amiguitos de nuestros hijos celebran cumpleaños a lo largo del curso?. Lo primero o de lo primero en que pensamos es en ir cuanto antes a comprar un detallito para ese amigo o amiga de nuestro hijo/a porque.. "quedaría muy feo que al llegar ese día no lleve nada mientras otros llevarán cada cual su cosa".
Y así va girando la rueda, igual que cuando sea el cumple del nuestro: todos los demás harán lo mismo y así año tras año.
No digamos nada de lo que supone "restringir la lista de invitados" porque si damos rienda suelta... puede congregarse más de lo que cabe en una guagua y ¿cómo pagarles a todos una entrada al cine y luego una merienda en...?.
Por eso algunos padres dicen:
- "Yo, a pesar de los peros de mis hijos, lo que hago es decirles que 'si quieren fiesta con sus amigos del cole... la haremos en la playa o en el monte y que cada cual se lleve su comida'. La única pega de esto es que alguna vez ha pasado que 'no ha venido nadie' y luego mis hijos me han dicho que no han venido porque valía más el regalo que les iban a hacer que lo que iban a recibir en compensación por venir a su cumpleaños".

¿De qué trata una fiesta de cumpleaños?.

Es una celebración que sirve de excusa para ENCONTRARSE, convivir de manera festiva un grupo de personas a los que les unen unos lazos de familia o amistad; quieren además pasarlo bien juntos y hacer memorable de alguna manera ese día o momento que habla de una feliz existencia que cumple un año más en ella.
A fin de cuentas... eso es, para eso es.
  1. Sin embargo ¿en qué lo estamos convirtiendo?.
  2. ¿Es necesario todo el tinglao que a veces montamos para esto haciéndole el juego a las prédicas consumistas?.
  3. ¿Qué opinamos de la elección de esos otros padres de "optar por celebrar esto en espacios abiertos nada relacionados con el consumismo"?.
  4. ¿Qué importantes diferencias hallamos entre un modelo y el otro?. ¿Qué consecuencias traerá la aplicación de un modelo consumista y otro en el que lo único que se resalta es sencillamente la relación afectiva o de amistad?.
Les invitamos a dialogar sobre esto en pareja, padre y madre, y busquen unas conclusiones que estén dispuestos a llevar a la práctica. A partir de ahí busquen la manera de transmitir a sus hijos estas conclusiones de manera que ellos las entiendan y asuman (advertimos que no es fácil cuando la trayectoria seguida hasta el momento ha sido otra bien distinta).

Sugerimos:
  1. Tenerlo nosotros, los padres y madres, muy claro: qué queremos, por qué y para qué. Y andar los dos al unísono.
  2. Educar a los hijos en los valores que se pueden vivir en las celebraciones de un cumpleaños, santo, un acontecimiento memorable,...: la amistad, oportunidad de convivir, comunicarse,...
  3. Enseñarles a ser críticos con la presión consumista que sufrimos desde todos los ángulos de manera que sepan distinguir entre "la celebración en sí misma" de las "maneras de celebrar".
  4. Ponernos de acuerdo con los padres y madres de los demás niños para facilitar una celebración en la que "el regalo comprado" no sea una condición "para quedar bien" sino un simple accesorio del que se puede prescindir perfectamente porque lo importante es "otra cosa". De esta manera, además, vamos apoyándonos mejor unos a otros en esta noble y valiosísima tarea de "educar en valores" a nuestros hijos.
  5. Si insistimos en que "haya algún regalo" propongamos que éste no tenga que ser comprado sino confeccionado por nuestros hijos.
  6. Y si aún así entramos en la dinámica de "comprarlos"... eduquemos a nuestros hijos en la apreciación positiva NO-COMPARATIVA de todos los regalos (no pocas veces los regalitos se convierten en excusa para competir: "a ver cuál le gusta más").
  7. Y sobre todo: "Seamos un ejemplo para ellos"; no convirtamos nuestras celebraciones de cumpleaños o de lo que fuere en lo contrario de lo que queremos enseñar a nuestros hijos.
    PARA AMPLIAR O CONTRASTAR:
    PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
    • ¿Qué pensamos de esta dinámica en la que estamos entrando o ya hemos entrado en que los cumpleaños, santo, una buena noticia,... lo convertimos en un desfile más de regalos que en la mayoría de los casos nadie pide ni son necesarios?.
    • ¿Y de las propuestas que en este artículo se presentan para aportar la posibilidad de generar otras alternativas?.
    • ¿Cómo es la experiencia que al respecto tenemos?, ¿cómo estamos resolviendo esta cuestión de manera educativa y positiva para todos?.
    • ¿Qué propondríamos para acercar estas celebraciones a lo que creemos que debería ser?.

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