lunes, 14 de noviembre de 2016

Niños hiperregalados




¿Qué les pareció el vídeo?. ¿Hay algo en él que nos resulte familiar o muy familiar?. Si es así... este artículo les interesa.

No pocos padres y madres se quejan de que sus hijos son unos "rebeldes sin causa", desagradecidos,... son unos malcriados. Cuando observan el modo déspota en que a veces son tratados por sus hijos no lo pueden soportar:
"Si yo hubiera tenido con mis padres un comportamiento 10 veces menos grave que el que tienen mis hijos conmigo... aún así mi padre me hubiera girado la cara de un tortazo; ¡vamos! que ni siquiera se me hubiera ocurrido a mí actuar de eso modo. ¿Por qué se comportan así con lo bien que nos portamos mi mujer y yo con ellos?".
Así contaba un padre cuando le comentaba ciertas conductas de su hijo en el colegio y le sugería que buscaran la manera de que se habituara en el hogar a "respetar las normas" (el niño aseguraba que en su casa él no necesitaba ocuparse de nada, que ya lo hacían todo papá y mamá y que a él no le iba a faltar de nada, así que le daba igual todo lo que le dijéramos los maestros/as).

Causas.

Esta tendencia de niños inconformes se conoce como ‘síndrome del niño hiperregalado’, un fenómeno común en familias con padres ausentes o que creen que "cuanto más acudan a todas las llamadas de sus hijos, cuanto más satisfagan cada petición y al instante,... mejor atendidos estarán esos hijos.
Algunos incluso llegan a pensar que "ésa es la manera más concreta de expresar el amor que sienten por sus hijos". Y otros... suelen acordarse de cuando eran pequeños y de las penurias y privaciones que pasaron y dicen:
"Mis hijos no pasarán por todo aquello. Si de mí depende a ellos no les va a faltar de nada, nunca".
Por muy inofensivas y ciertamente justificadas que parezcan estas respuestas de los padres a los hijos, esto puede representar graves consecuencias. Las cosas materiales sin nosotros son como un vehículo sin motor ni conductor.

Efectos.

Según expertos, no son pocos ni de poca importancia los efectos que produce una educación basada en atiborrar de cosas, regalos y caprichos a los hijos:
  1. Al alcanzar su madurez, serán adultos poco creativos, frustrados y dependientes.
  2. Enseñar a los menores a relacionar regalos, videojuegos y objetos con la felicidad, es educar menores insensibles e insatisfechos, quienes además podrán desarrollar signos severos de depresión a edad temprana.
  3. Un pequeño rodeado de juguetes, no desarrolla su capacidad imaginativa; mientras que uno con menos distracciones materiales se ve en situaciones que potencian su creatividad y su habilidad para resolver problemas.
  4. ...
Pautas a seguir.

Aunque a veces nos sintamos manipulados por ‘pataletas’ y lágrimas que suplican por objetos, no es necesario considerar que somos los peores padres si no complacemos sus caprichos.
No es fácil romper con la dinámica "pataleta-->demanda satisfecha", máxime si esa costumbre lleva tiempo en marcha y nunca nos hemos atrevido a romperla. Sin embargo, cuanto antes le pongamos punto final... mejor.
Al principio costará y no poco y con toda probabilidad sufriremos lo nuestro pero si queremos que esta nueva respuesta deje atrás la anterior hemos de mantenernos firmes y muy claros en nuestros criterios.
Cuanta mayor seguridad vean nuestros hijos en nuestra respuesta... con mayor facilidad se adaptarán al cambio. Lo peor que podemos hacer es ir dando tumbos: a veces ceder, otras no, y sin criterio que justifique esas diferencias en nuestras respuestas.
Sobra decir que en esto padre y madre tendremos que ir al unísono puesto que si uno de los dos -u otros miembros de la familia- van en sentido contrario... lo echaremos todo a perder o, como mínimo, haremos el camino muchísimo más costoso, con muchos altibajos, inestabilidad y enorme desgaste.
Preguntémonos qué necesitan los hijos, qué es lo que siempre les va a durar, qué van a necesitar en sus vidas para orientarlas adecuadamente, qué les permitirá manejarse con criterios propios, qué necesitan de nosotros realmente. Si lo hacemos... con toda seguridad nos daremos cuenta de que "son otras las maneras de responderles, otras las maneras de relacionarnos entre nosotros -la pareja- y también con los hijos".

Los hijos necesitan de nosotros.

Me contaba una profesora hace unos días, preparando el "día de la madre", que propuso a sus alumnos/as que "nombraran todas las cosas que sus mamás hacían por ellos, para bien de ellos". Su objetivo era "hacerles caer en la cuenta de todo el bien que reciben cada día y ante el cual debieran ser más agradecidos y valorar el esfuerzo que los padres hacen cada día para que ellos estén bien".
Durante la exposición y sobre todo en la parte final de la dinámica la profesora fue detectando con claridad lo que para los niños/as era lo que más valoraban y lo que más echaban de menos: le daban mucha importancia a los momentos en que los padres estaban con ellos, jugaban con ellos, les contaban sus cosas y escuchaban, las muestras de cariño (besos, abrazos,...),... y quienes no podían contar estas cosas echaban de menos no los juguetes, maquinitas ni demás sino todo eso que los demás habían destacado como positivo.
Lo que verdaderamente quieren los pequeños es más y mejor tiempo al lado de sus padres. No necesitan que les atiborremos de cosas, regalos y pasatiempos; sólo necesitan de nosotros.

Cómo hacer.

No hay recetas: cada familia conoce mejor que nadie sus propias circunstancias, sus posibilidades, limitaciones y tiene en sus manos todos los inéditos viables para desandar lo mal andado y emprender los caminos que le conducirán a los objetivos que pueda marcarse al respecto.
No obstante, sí hay algunas orientaciones generales que pueden venir bien a todos y que cada cual adaptará a su realidad concreta:
  1. Partir de lo que padres e hijos necesitamos -lo que necesitamos de verdad- para nosotros mismos y también en nuestras relaciones. Para ello es preciso conocer bien este punto de partida.
  2. Trazarnos unos objetivos alcanzables, que podamos revisar y evaluar, concretos,... y plantearnos acciones, maneras de alcanzar esos objetivos.
  3. Entre otros medios, es necesario buscar tiempos específicos para ESTAR con nuestros hijos y que estos tiempos sean de calidad (por eso decíamos "ESTAR", con mayúsculas).
  4. También la coherencia con nuestro discurso teórico: no pretendamos que los hijos valoren más las relaciones humanas directas que lo cibernético si nos ven constantemente enganchados al móvil, a las redes sociales, al ordenador,... La mejor predicación es el ejemplo.
  5. Establezcamos espacios de encuentro familiar sin maquinitas por en medio: una salida al campo, a la playa,... todos juntos; o una marcha de senderismo. Lo interesante de actividades como éstas es que ello nos llevará a estar horas seguidas juntos y favorecerá la comunicación, la apreciación de lo simple y sencillo, la sensibilidad hacia la belleza del medio natural y de nuestra propia presencia.
  6. ...
No llenemos nuestras vidas y las de nuestros hijos de cachivaches, llenémoslas de vida, vida compartida.

PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
PARA LA REFLEXIÓN Y DIÁLOGO EN FAMILIA:
Empezando por la pareja:
  1. Haga cada uno una autovaloración crítica de sí mismo y de su relación con las cosas y las personas: ¿a qué o a quién o quiénes dedico mi tiempo libre?, ¿qué proporción de ese tiempo libre dedico a mi pareja y a los hijos?, ¿qué calidad -del 0 al 10- le doy a ese tiempo compartido?.
  2. Luego una valoración del modo de proceder de la pareja teniendo en cuenta esas mismas preguntas.
  3. Contrastemos nuestra autovaloración con el punto de vista de la pareja, dialoguemos al respecto y hallemos unas conclusiones que satisfagan a ambos.
En diálogo con nuestros hijos:
  1. ¿Qué esperan o quieren nuestros hijos de nosotros los padres?.
  2. ¿Qué piensan de los juguetes y regalos que les damos?.
  3. Si tuvieran que elegir entre "todos sus juguetes y regalos" y "una mayor y mejor relación con los padres" ¿qué elegirían y por qué elegirían eso?.
  4. ¿Qué sugerencias nos plantean para mejorar nuestra relación con ellos y para que unos y otros podamos ser más felices?.
  5. ¿Qué vamos a poner en práctica a partir de ahora para que lo que deseamos de verdad se empiece a hacer realidad?. ¿Cómo lo vamos a conseguir?.

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